Queridos amigos, hoy exploramos el don divino de la sanación. Este don especial es un testimonio del amor y poder de Dios, otorgado a algunos para traer restauración física y espiritual. El don de la sanación no se trata solo de curar enfermedades; se trata de mostrar la compasión y misericordia de Dios. Es un recordatorio de que el Señor es el gran sanador de todas las heridas, tanto visibles como invisibles.
En la Biblia, vemos numerosos ejemplos de sanación. Jesús, nuestro Salvador, sanó a muchos durante Su tiempo en la tierra. Abrió los ojos de los ciegos, hizo caminar a los cojos e incluso resucitó a los muertos. Estos actos no solo fueron milagros, sino señales del reino de Dios y Su amor por la humanidad. Jesús nos mostró que la sanación no solo es sobre el cuerpo, sino también sobre el alma. A menudo perdonaba pecados al sanar, mostrando que el bienestar espiritual es igualmente importante.
Los apóstoles también llevaban este don. Pedro y Juan sanaron a un hombre cojo en la puerta del templo, y Pablo sanó a muchos durante sus viajes. Estos actos se realizaron a través del poder del Espíritu Santo, enfatizando que la sanación es un don divino, no dependiente de la fuerza o sabiduría humana.
Queridos hermanos y hermanas, el don de la sanación sigue siendo una parte vital de la iglesia hoy en día. Es un recordatorio del deseo de Dios de plenitud en nuestras vidas. Aquellos que tienen este don deben usarlo con humildad y fe, sabiendo que es Dios quien sana.
Como creyentes, se nos anima a orar unos por otros y confiar en el poder sanador de Dios. Ya sea a través de medios médicos o intervención divina, toda sanación viene de Él. Busquemos al Señor en tiempos de necesidad y también seamos vasos de Su sanación para otros.
Queridos amigos, ahora veamos las escrituras de la Biblia a continuación que hablan sobre el don de la sanación.
“A otro, fe por el mismo Espíritu; a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu”
— 1 Corintios 12:9
“¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor”
— Santiago 5:14
“Tomarán en las manos serpientes, si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, sanarán”
— Marcos 16:18
“Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, para sanar toda enfermedad toda dolencia”
— Mateo 10:1
“Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate anda”
— Hechos 3:6
“Los envió a predicar el reino de Dios, a sanar a los enfermos”
— Lucas 9:2
“Le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, haz tu cama. en seguida se levantó”
— Hechos 9:34
“Aconteció que el padre de Publio estaba en cama, enfermo de fiebre de disentería; entró Pablo a verle, después de haber orado, le impuso las manos, le sanó”
— Hechos 28:8
“A unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas”
— 1 Corintios 12:28
“Mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades señales prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús”
— Hechos 4:30
“Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; por cuya herida fuisteis sanados”
— 1 Pedro 2:24
“Recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del reino, sanando toda enfermedad toda dolencia en el pueblo”
— Mateo 4:23
“Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, viendo que tenía fe para ser sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. él saltó, anduvo”
— Hechos 14:9-10
“Recorría Jesús todas las ciudades aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del reino, sanando toda enfermedad toda dolencia en el pueblo”
— Mateo 9:35
“Hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, las enfermedades se iban de ellos, los espíritus malos salían”
— Hechos 19:11-12
“Sanad a los enfermos que en ella haya, decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios”
— Lucas 10:9
“Tanto que sacaban los enfermos a las calles, los ponían en camas lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos. aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos atormentados de espíritus inmundos; todos eran sanados”
— Hechos 5:15-16
“Echaban fuera muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos, los sanaban”
— Marcos 6:13
“Cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; con la palabra echó fuera a los demonios, sanó a todos los enfermos”
— Mateo 8:16
“Toda la gente procuraba tocarle, porque poder salía de él sanaba a todos”
— Lucas 6:19
“Saliendo Jesús, vio una gran multitud, tuvo compasión de ellos, sanó a los que de ellos estaban enfermos”
— Mateo 14:14
“Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían estos dando grandes voces; muchos paralíticos cojos eran sanados”
— Hechos 8:7
“Se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, otros muchos enfermos; los pusieron a los pies de Jesús, los sanó”
— Mateo 15:30
“Entonces descendió Pablo se echó sobre él, abrazándole, dijo: No os alarméis, pues está vivo”
— Hechos 20:10
“Sabiendo esto Jesús, se apartó de allí; le siguió mucha gente, sanaba a todos”
— Mateo 12:15
“Por la fe en su nombre, a este, que vosotros veis conocéis, le ha confirmado su nombre; la fe que es por él ha dado a este esta completa sanidad en presencia de todos vosotros”
— Hechos 3:16
“Vinieron a él en el templo ciegos cojos, los sanó”
— Mateo 21:14
“Él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, queda sana de tu azote”
— Marcos 5:34
“Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. aconteció que mientras iban, fueron limpiados”
— Lucas 17:14
“Sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, echó fuera muchos demonios; no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían”
— Marcos 1:34
“Pero Jesús, volviéndose mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. la mujer fue salva desde aquella hora”
— Mateo 9:22
“Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla este así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios? conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, vete a tu casa. Entonces él se levantó en seguida, tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa”
— Marcos 2:5-12
“Dicho esto, escupió en tierra, hizo lodo con la saliva, untó con el lodo los ojos del ciego, le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, se lavó, regresó viendo”
— Juan 9:6-7
“Aconteció un día, que él estaba enseñando, estaban sentados los fariseos doctores de la ley, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, de Judea Jerusalén; el poder del Señor estaba con él para sanar”
— Lucas 5:17
“Este, cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él le rogó que descendiese sanase a su hijo, que estaba a punto de morir. Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales prodigios, no creeréis. El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, se fue. Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. le dijeron: Ayer a las siete le dejó la fiebre. El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; creyó él con toda su casa”
— Juan 4:47-53
“Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, a los pobres es anunciado el evangelio”
— Mateo 11:5
“Habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! el que había muerto salió, atadas las manos los pies con vendas, el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, dejadle ir”
— Juan 11:43-44
“Cuando Jesús la vio, la llamó le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad. puso las manos sobre ella; ella se enderezó luego, glorificaba a Dios”
— Lucas 13:12-13
“Le rogaban que les dejase tocar solamente el borde de su manto; todos los que lo tocaron, quedaron sanos”
— Mateo 14:36
“Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, anda. al instante aquel hombre fue sanado, tomó su lecho, anduvo. era día de reposo aquel día”
— Juan 5:8-9
“Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, le hizo que mirase; fue restablecido, vio de lejos claramente a todos”
— Marcos 8:25
“Entonces respondiendo Jesús, dijo: Basta ya; dejad. tocando su oreja, le sanó”
— Lucas 22:51
“Le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos”
— Juan 6:2
“Al momento fueron abiertos sus oídos, se desató la ligadura de su lengua, hablaba bien”
— Marcos 7:35
“De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; aun mayores hará, porque yo voy al Padre”
— Juan 14:12