Queridos hermanos y hermanas, en nuestro viaje por la vida, a menudo reflexionamos sobre el deber sagrado de enterrar a los muertos. Este acto refleja un profundo respeto por los fallecidos y se alinea con las enseñanzas espirituales que se encuentran a lo largo de la Biblia. Desde los relatos más antiguos, vemos la importancia del entierro como un signo de honor y dignidad.
En el Antiguo Testamento, Abraham, un patriarca venerado, compró un campo para enterrar a su amada esposa Sara. Este acto de amor y respeto sentó un precedente sobre cómo tratamos a aquellos que han fallecido. El lugar de entierro se convirtió en un espacio sagrado, enfatizando el valor de recordar y honrar a quienes nos han precedido.
En la historia de José, encontramos otro ejemplo profundo. Antes de su muerte, José hizo que los israelitas prometieran llevar sus huesos de regreso a Canaán para su entierro. Esta solicitud se cumplió, simbolizando la conexión entre los vivos y los fallecidos, y la importancia de honrar sus deseos.
El Nuevo Testamento también ofrece perspectivas sobre este tema. Después de la crucifixión de Jesús, José de Arimatea valientemente pidió a Pilato el cuerpo de Jesús para poder darle un entierro adecuado. Este acto demostró valentía y devoción, asegurando que Jesús recibiera la dignidad de un lugar de descanso adecuado.
Enterrar a los muertos no es solo un acto físico, sino espiritual. Muestra nuestro amor, respeto y la esperanza de resurrección, una creencia central en la fe cristiana. Es un momento para reflexionar sobre la vida del fallecido y buscar consuelo en nuestra fe.
Queridos amigos, al considerar estos ejemplos, recordemos la importancia de este deber sagrado. Es una forma de mostrar amor y respeto, manteniendo viva la memoria de nuestros seres queridos en nuestros corazones. Si esta reflexión ha sido útil, les animo a compartirla con otros.
Queridos amigos, ahora veamos las escrituras de la Biblia a continuación que hablan sobre enterrar a los muertos.
“Extranjero forastero soy entre vosotros; dadme propiedad para sepultura entre vosotros, sepultaré mi muerta de delante de mí”
— Génesis 23:4
“Lo sepultaron Isaac Ismael sus hijos en la cueva de Macpela, en la heredad de Efrón hijo de Zohar heteo, que está enfrente de Mamre”
— Génesis 25:9
“Entonces murió Débora, ama de Rebeca, fue sepultada al pie de Bet-el, debajo de una encina, la cual fue llamada Alón-bacut”
— Génesis 35:8
“Así murió Raquel, fue sepultada en el camino de Efrata, la cual es Belén”
— Génesis 35:19
“Les mandó luego, les dijo: Yo voy a ser reunido con mi pueblo. Sepultadme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el heteo”
— Génesis 49:29
“Allí sepultaron a Abraham a Sara su mujer; allí sepultaron a Isaac a Rebeca su mujer; allí también sepulté yo a Lea”
— Génesis 49:31
“Entonces José subió para sepultar a su padre; subieron con él todos los siervos de Faraón, los ancianos de su casa, todos los ancianos de la tierra de Egipto”
— Génesis 50:7
“Hizo jurar José a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, haréis llevar de aquí mis huesos”
— Génesis 50:25
“Tomó también consigo Moisés los huesos de José, el cual había juramentado a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, haréis subir mis huesos de aquí con vosotros”
— Éxodo 13:19
“(Después salieron los hijos de Israel de Beerot-bene-jaacán a Mosera; allí murió Aarón, allí fue sepultado, en lugar suyo tuvo el sacerdocio su hijo Eleazar”
— Deuteronomio 10:6
“No dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado; no contaminarás tu tierra que Jehová tu Dios te da por heredad”
— Deuteronomio 21:23
“Enterraron en Siquem los huesos de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto, en la parte del campo que Jacob compró de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien piezas de dinero; fue posesión de los hijos de José”
— Josué 24:32
“Tomando sus huesos, los sepultaron debajo de un árbol en Jabes, ayunaron siete días”
— 1 Samuel 31:13
“Entonces envió David mensajeros a los de Jabes de Galaad, diciéndoles: Benditos seáis vosotros de Jehová, que habéis hecho esta misericordia con vuestro señor, con Saúl, dándole sepultura”
— 2 Samuel 2:5
“Sepultaron los huesos de Saúl los de su hijo Jonatán en tierra de Benjamín, en Zela, en el sepulcro de Cis su padre; hicieron todo lo que el rey había mandado. Dios fue propicio a la tierra después de esto”
— 2 Samuel 21:14
“Puso el cuerpo en su sepulcro; le endecharon, diciendo: ¡Ay, hermano mío”
— 1 Reyes 13:30
“Todo Israel lo endechará, le enterrarán; porque de los de Jeroboam, solo él será sepultado, por cuanto se ha hallado en él alguna cosa buena delante de Jehová Dios de Israel, en la casa de Jeroboam”
— 1 Reyes 14:13
“A Jezabel la comerán los perros en el campo de Jezreel, no habrá quien la sepulte. En seguida abrió la puerta, echó a huir”
— 2 Reyes 9:10
“Aconteció que al sepultar unos a un hombre, súbitamente vieron una banda armada, arrojaron el cadáver en el sepulcro de Eliseo; cuando llegó a tocar el muerto los huesos de Eliseo, revivió, se levantó sobre sus pies”
— 2 Reyes 13:21
“Se volvió Josías, viendo los sepulcros que estaban allí en el monte, envió sacó los huesos de los sepulcros, los quemó sobre el altar para contaminarlo, conforme a la palabra de Jehová que había profetizado el varón de Dios, el cual había anunciado esto”
— 2 Reyes 23:16
“De dolorosas enfermedades morirán; no serán plañidos ni enterrados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra; con espada con hambre serán consumidos, sus cuerpos servirán de comida a las aves del cielo a las bestias de la tierra”
— Jeremías 16:4
“En sepultura de asno será enterrado, arrastrándole echándole fuera de las puertas de Jerusalén”
— Jeremías 22:19
“Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos”
— Mateo 8:22
“Entonces llegaron sus discípulos, tomaron el cuerpo lo enterraron; fueron dieron las nuevas a Jesús”
— Mateo 14:12
“Después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros”
— Mateo 27:7
“Lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue”
— Mateo 27:60
“Cuando oyeron esto sus discípulos, vinieron tomaron su cuerpo, lo pusieron en un sepulcro”
— Marcos 6:29
“Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; había con ella mucha gente de la ciudad”
— Lucas 7:12
“Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve, anuncia el reino de Dios”
— Lucas 9:60
“Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, tenía una piedra puesta encima”
— Juan 11:38
“Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos”
— Juan 19:40
“Levantándose los jóvenes, lo envolvieron, sacándolo, lo sepultaron”
— Hechos 5:6
“Al instante ella cayó a los pies de él, expiró; cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; la sacaron, la sepultaron junto a su marido”
— Hechos 5:10
“Hombres piadosos llevaron a enterrar a Esteban, hicieron gran llanto sobre él”
— Hechos 8:2
“Aconteció que en aquellos días enfermó murió. Después de lavada, la pusieron en una sala”
— Hechos 9:37
“Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; cuando llegó, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando mostrando las túnicas los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas”
— Hechos 9:39
“Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas oró; volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. ella abrió los ojos, al ver a Pedro, se incorporó”
— Hechos 9:40
“Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva”
— Romanos 6:4
“Que fue sepultado, que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”
— 1 Corintios 15:4
“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, con trompeta de Dios, descenderá del cielo; los muertos en Cristo resucitarán primero”
— 1 Tesalonicenses 4:16